En nada se parecía a un General; su traje era de paisano y muy sencillo. Pantalón y chaqueta azul, sin vivos ni vueltas, zapato y media blanca de algodón. Sombrero redondo con gorro blanco y un copete de bayetón era todas sus galas y aún todo esto, pobre y viejo. Es un hombre de estatura regular y robusto. De color bastante blanco, de muy buenas facciones,, con la nariz algo aguileña, pelo negro y con pocas canas. Aparenta tener unos 48 años. Su conversación tiene atractivo. No es fácil sorprenderlo con largos razonamientos, pues reduce la dificultad a pocas palabras y lleno de mucha experiencia, tiene una previsión y un tino extraordinario. Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos y así, no hay quien lo iguale en el arte de manejarlos.
Dámaso Antonio Larrañaga
uruguayo
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